Sunday, April 08, 2007
Transantiago y el mal leído malestar de la ciudadanía (El Mostrador, 21 de Febrero del 2007)
Qué puede explicar que la implementación de un sistema de transporte destinado a ser a todas luces más eficiente, haya despertado en lo inmediato el feroz reproche popular? Hay respuestas cortas y largas y me temo que se han dado en abundancia las cortas y omitido reiteradamente las largas. Se ha dicho –desde el gobierno- que son los desajuste típico de la marcha blanca de cualquier nuevo sistema, más aún cuando éste involucra a millones de personas. Se ha insistido que se debe a las deficiencias transitorias de un sistema administrado por una obcecada camarilla de empresarios, que no terminan de entender que ahora las ganancias serán “reguladas y fiscalizadas”. Se ha reforzado también -desde la oposición- que todo es culpa de las improvisaciones, desaciertos, y hasta las mal asumidas vanidades que han quedado patentes en las autoridades de gobierno. Por último, se ha esbozado, no sin alguna audacia intelectual, que no se trataría más que la demostración de que la racionalidad individual no siempre produce resultados eficientes, esto es, “lo que es beneficioso para cada uno (una micro a la puerta, con tiempos de espera mínimos) es lo peor para todos”, como sostiene un comentarista dominical de El Mercurio...
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